Cuando el agua baja, el amor en las calles

El amor en el muro

Una mañana descubrí un muro hermoso en la ciudad de La Plata; decía “El amor garpa[1]” acompañado de un corazón verde. Me enamoré de ese muro y empecé a encontrar otros. Fui comprobando que las expresiones sobre el amor sobreviven largo tiempo en las paredes: algo hace que se conserven, nadie está del todo dispuesto a taparlas.

Así comenzó El amor en el muro, un ensayo fotográfico sobre los sentimientos íntimos expresados en la calle, el lugar más colectivo de una ciudad. Un relato sobre la necesidad de declarar y defender el amor como sentimiento valioso en este contexto urbano y global agresivo y desamorado.

Desde la estética de la simplicidad y la sutileza, intento tocar suavemente al espectador y desde la aparente sencillez de lectura de las imágenes, invitarlo al texto que subyace: hablar de amor, proponer valores positivos en contextos agresivos, confrontar con un discurso de miedo, violencia, dolor, indiferencia y en medio de ellos volver a proponer y revalorizar el amor como tema humano, “contribuyendo a la construcción de un imaginario social que apueste a  Eros sobre Tánatos”.[2]

 La Plata sufrió la mayor inundación de su historia el pasado 2 de abril.  Sus muros, los mismos que hablan aquí sobre el amor, fueron testigos de innumerables escenas de desesperación, dolor, desamparo y pérdida.

Presenciaron también valentía, ayuda, entrega, cuidados y amor. Vecinos socorriendo en la tormenta, vecinos ayudándose en el largo día después que sigue todavía, sin que origen o condición social los detengan.

El amor escrito en los muros se hizo acción para remediar lo posible, consolar lo irremediable y exigir lo justo.

 El amor en el muro se ha convertido en un homenaje a los se fueron con la tormenta. Un homenaje a héroes anónimos, a heroínas cotidianas

 

cuando el agua baja

 



[1] ” (garpa: del lunfardo paga, tiene valor, es valioso, vale la pena)

[2] Palabras de la poetisa Adelfa Mosquerira, hablando sobre ‘El amor en el muro’